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La Champions League de este año es un poco… sencilla de adivinar. No hay lugar a la sorpresa, no hay lugar a la verdadera emoción. Los supuestos favoritos terminan por ganar sus partidos salvo contadas ocasiones. Está dividida en dos, los que tienen que estar en ella y los que no pegan ni con cola, aunque tienen el derecho a jugarla, eso seguro. Es una Champions presupuesta.

La imagen de Rooney celebrando uno de sus dos goles frente al Otelul Galati en la noche del martes refleja y no refleja esta realidad. Los hay que pensarán “hombre, el Manchester ganó a un rival demasiado inferior sólo por dos goles y encima de penalti”, y razón no les falta, pero a la vez reafirma esta realidad. No les hace falta más. Ni al Inter le hacía falta más que un solitario gol de Pazzini contra el Lille, ni al Benfica o al Ajax ganar por dos goles y con suficiencia a domicilio, en terreno del Basilea y del Dinamo de Zagreb respectivamente. Ni que decir tiene el Real Madrid destrozando a su otrora bestia negra, el Olympique de Lyon (4-0).

Los únicos partidos más igualados estuvieron en el magnífico grupo A. El Bayern de Munich empató contra el Nápoles, en San Paolo, pues de haber sido en el Allianz Arena otro gallo cantaría me da a mi, más que nada porque perderían el factor cancha los italianos. Y el Villarreal, que perdió frente al líder de la Premier League, el Manchester City, por la mínima y en el descuento.

Esta Champions no nos va a entretener mucho hasta octavos me da a mi. Esperamos equivocarnos…

 

Categorías: Champions, Internacional

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